BOLICHE ... por Gonzalo Millán

Me quedo en casa
mientras mi mujer trabaja.
Soy el dependiente inválido
-el pelo hasta los hombros-
de un boliche en banca rota.

La poesía pesa como una joroba.
Bajo su peso echo a caminar
estos versos que no me sustentan
ni a mí ni a nadie y apenas
me sirven de muletas.

Fío mi poesía y nunca me pagan
Iluso, espero el pago de Chile.