Chinoy de la “gente” por Javiera Miren


Todo se hace canto en mis huesos, todo se hace canto en mis huesos
De Rokha, Pablo. Los gemidos.

Veintidós de Febrero. Feria del libro de Quilpué.

La bomba no está oculta en la vida normal, la bomba se hace evidente en la persona artística, en su genio y figura. Esto podría ser un elogio, lástima que es todo lo contrario. La gente normal, la vida normal, ahí mismo, dejan de tener sentido. No había mucha gente, pero había. De lo que nada sé, sólo sé que le pedimos una canción, sólo una: “Cantar” y de cantar-la nada. Lo peor de todo es que nadie le pidió canciones, lo más sorprendente de todo, es que más que su voz y su guitarra lo que se quería de él eran sus manos, un saludo, un autógrafo. Si un músico prefiere darte la mano o escribir su nombre en un papel antes que cantar, entonces hay un problema. No sólo de elogios se hace el músico, sino de la vida que lo nutre y en Chinoy lo que vale no es el Mauricio Castillo, sino la poesía de calles que hay en sus venas, la que sale de sus huesos, de su sangre y la fuerza que surge como música de su guitarra. Lo que nos gusta de Chinoy claramente no es Chinoy mismo, sino su lamento. Y esa tarde en Quilpué no hallé en el frío el calor, sino en el calor el frío horrible de un artista que no quiere estar cantando, que prefiere saludar a 30 personas pa’ dejarlas contentas antes que dejarlas contentas con su canto. Sí, no cantó “Cantar”, y le robó un gemido a De Rokha pa callarlo, porque no era una necesidad vital para nosotros, pero ¿puede ser una canción realmente una necesidad, tiene que ser su música una necesidad? Porque en los huesos de Chile, al parecer, no todo se hace canto y nuestro país no mueve y mueve el esqueleto sino que primero corre que corre por el anillo. Carne y alma de gallina sí, carnes y almas de gallinas. Cantar no es una necesidad, una canción no le quita el hambre y el frío a nadie. Y si le hubiéramos dicho que sí, que una canción suya sí era una necesidad ¿entonces la hubiera cantado? Me niego a pensar que una canción es un pedazo de carne, un abrigo para los pies y prefiero quedarme sin canción, porque hay que creerse dios para pensar que una canción tuya va a mejorar a los enfermos o Cristo para creer que las vas a poder transformar en vino y en pan con la voz. No, yo no tenía hambre, sólo quería escuchar una canción, una canción que merecía ser cantada como un gemido y que se conformó con el silencio. De Rokha muerto tiene menos silencio que tú, Chinoy, menos silencio. Ojalá no se te olvide llorar lo pasado y lo no vivido, con el mismo llanto, pero también, con el mismo canto, con el mismo canto, con el mismo canto.


Como aún grita Víctor Jara
No abandonemos el canto
Aunque parezca quebranto
Y agua ruede por tu cara
No te olvides de la clara
luz que adornó tu guitarra
e hizo estallar las amarras
del tambor y del cerebro
de esa aguja que yo enebro
y se rompe con tus garras.

Porque la vida sin canción
Hace el sufrimiento estéril
de los hombres el más débil
movimiento de la estación.
Esta vía es una prisión
que arde en pena cantarla
entonces pa que callarla
Si en Chile todo es poema
la flor es nuestra diadema
tenís que puro gritarla.



Javiera Miren

3 comentarios:

  1. Anónimo6/3/10 10:40

    Bueno y fuerte Esquizomusa, así me gusta escucharla.

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  2. Decepción. Miren Javiera, siempre cantando con las palabras

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