DESASTRE EN EL HORMIGUERO por Ismael Araya Díaz


La artesanía de los soles es torcida a cada paso seguro de los dedos,
una letra en el teclado aparece tras la caja luminosa que se acerca y se aleja
como abejas al matico en flor,
amarilla circulante, el puente.
La brisa del zumbido hace sismos plateados en cada rama…
Hormigas
caen.
La Reina vuela
hacia la ciruela germinada en pequeño brote de ciruelo azucarado.

Clavo
a clavo
conspiro esta isla.
Ladrillo
a cemento
la tuerzo a la masa:
Choclo sin dientes del niño amanecido bajo el quiltro.

Y la Mujer
tiñendo el cielo a sus cabellos,
sus ojos de circense,
las manos clásicas,
óleo realista ha de ser cuerpo.
Vuelo en el suelo.

El canto del ave surge en mis alas de cápsula eléctrica.

Esos grandes mirones de la mapu rompen los surcos medialuna
crean y creen
“El individualismo clásico o novísimo no eleva señores”

El barco construido por el pájaro soñante:
Remos dispuestos a ser el filo furioso de las plumas,
la compañera de los versos,
el amigo de salud,
los cantos muertos del viajante,
la sonrisa de un malón,

¡Resistir al templo y al teniente,
Terrícolas serpientes,
Despierten al veneno ruiseñor!

El Queltehue vuelca el canto hacia la sal.
Ngnemapu.
Un plato de agua derramado al hormiguero.

1 comentario:

  1. Despierten al veneno ruiseñor...

    un plato de agua...
    Este me gustó más.

    ResponderEliminar